ALBERTO SÁNCHEZ.
UN CAMINO QUE CONDUCE A UNA ESTRELLA

Exposición permanente

ALBERTO SÁNCHEZ.
UN CAMINO QUE CONDUCE A UNA ESTRELLA

La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha inaugura un nuevo espacio en el antiguo Convento de Santa Fe, sede de CORPO, donde se exponen 22 obras del escultor toledano que conserva el Museo de Santa Cruz. La apertura coincide con la presentación de un libro que repasa la trayectoria y la obra del artista de la mano de destacados especialistas.

Fecha de inicio: 28.02.2023

Lunes a Sábado: 10:00 a 18:00
Domingo: 10:00 a 15:00

Colección Roberto Polo.
Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha.
Paseo del Miradero, 1, 45001 Toledo.

Alberto Sánchez encuentra casa propia en Toledo

Acaba de abrirse un nuevo y decisivo capítulo en la relación de Alberto Sánchez con su ciudad de origen. Una importante muestra de la producción del artista, adscrito a la corriente de las vanguardias históricas, que hubo de emprender el camino del exilio a consecuencia de la guerra civil, es expuesta de manera permanente en Toledo. Este acontecimiento tan esperado es posible gracias a la recuperación y rehabilitación de la que fuera la sacristía de la antigua iglesia del Convento de Santa Fe, sede de la Colección Roberto Polo. Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha, lo que propicia un enriquecedor diálogo entre la obra del creador y sus coetáneos en el ámbito internacional.

La mujer de la estrella vista desde distintos ángulos. Ca. 1956-1957. Bronce. 130 x 38 x 44 cm.

Así lo destaca el Presidente de la Junta, Emiliano García-Page, quien señala que Alberto Sánchez se sitúa ahora “en el contexto que le corresponde”, a la vez que resalta que, en su caso, “el apego a su tierra y su voluntad de renovar el arte desde una profunda raíz española no se contradicen con el signo de los tiempos, que era profundamente universal”.

Un conjunto de veintidós obras, fechadas entre 1926 y 1962, trece dibujos y nueve esculturas, permite apreciar la singularidad, la fuerza y el carácter innovador de un trabajo que ha permanecido oculto a la mirada de los toledanos y de los amantes del arte en general durante veintidós años. Piezas tan emblemáticas como La mujer de la estrella, Maternidad, Minerva de los Andes o Mujer castellana, pueden ser admiradas de nuevo. Desde que en 2001 cerró sus puertas el Museo de Arte Contemporáneo de Toledo, ubicado en la “Casa de las Cadenas”, las creaciones de Alberto, que ocupaban un lugar privilegiado en el mismo, fueron trasladadas a los almacenes del Museo de Santa Cruz, depositario de las obras y encargado de su custodia y conservación.

Aunque los trabajos del artista siempre han estado a disposición de los investigadores y han formado parte de exposiciones temporales en distintas ciudades españolas, su legado estaba falto de un lugar de referencia, un deseo que la familia de Alberto manifestó desde que llevó a cabo la donación al Estado español de la mayor parte de la producción que ahora se expone. Ese anhelo se hace realidad gracias a la iniciativa de la Junta en colaboración con dos de sus museos de cabecera: la Colección Roberto Polo. Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha y el Museo de Santa Cruz. En palabras de la Consejera de Educación, Cultura y Deportes, Rosa Ana Rodríguez Pérez, “Alberto nunca se marchó del todo de Toledo, a pesar de su vida viajera, de su largo exilio”, pero ahora, “simbólicamente, tras un largo periplo”, ha regresado a sus orígenes para quedarse.

Claves del nuevo espacio y del recorrido expositivo

Alberto Sánchez. Un camino que conduce a una estrella es el significativo título con el que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha invita a realizar un recorrido expositivo, comisariado por Rafael Sierra, director artístico de CORPO, y Antonio F. Dávila, director del Museo de Santa Cruz. Un itinerario compuesto por piezas representativas de las distintas etapas y facetas de un trayecto rupturista, complejo y variado. La intimidad y el recogimiento definen el nuevo espacio, que ha sido recuperado y rehabilitado con la contribución de la Escuela de Arquitectura de Toledo, bajo la supervisión de Javier Vellés y José Ramón de la Cal. Los servicios técnicos de la Viceconsejería de Cultura y Deportes han colaborado realizando el seguimiento arqueológico de la obra.
Mujer castellana [Mujer toledana] vista desde distintos ángulos. Ca. 1956-1958. Hierro, madera. 84 x 32 x 28 cm.

Situado frente a la Capilla de Belén, este rincón que fuera la sacristía de la antigua iglesia del Convento de Santa Fe, se ha convertido en el lugar al que acudir para contemplar la obra del escultor, pintor, dibujante, diseñador y escenógrafo toledano. Una obra en cuyo fondo laten los paisajes de una tierra que la inspiró y que siempre permaneció en la memoria del creador.

En los apuntes biográficos que se conservan de Alberto destacan los recuerdos de su infancia que hacen referencia al reparto de pan que realizaba por los cigarrales y ventas en compañía de un caballo; así como sus posteriores andanzas por un territorio que le devolvía, cuando la lluvia difuminaba Toledo, el amarillo limón que utilizaba El Greco. El historiador Ángel del Cerro del Valle alude a las apreciaciones, recogidas en un libro, de otro escultor, Baltasar Lobo, que visitó al artista durante su exilio en Moscú. “Me habló de España continuamente, me cantó cantares de tierras de Toledo (…) Su taller estaba lleno de su pasión por España. Toros que bramaban levantando la cerviz; pájaros de su invención; campesinas de Toledo plantadas como cántaros, llevando sobre sus cabezas un pan…”

Alberto fue un hombre llamado a protagonizar uno de los capítulos más importantes del movimiento vanguardista en España, la creación de la Escuela de Vallecas en la década de los 30 del siglo pasado. En su texto para el catálogo, Jaime Brihuega, analiza esa aventura y la poética desarrollada a su alrededor. “Los volúmenes de Alberto juegan con el lleno y el vacío mediante formas redondeadas y sinuosas,alternativamente sugerentes de blandura orgánica (incluso a veces vegetal) o de dureza fósil (a veces ósea, a veces pétrea o incluso córnea)”, expone el profesor emérito de la Universidad Complutense, quien ahonda en un repertorio artístico “en el que se evoca, tanto el lenguaje visual prehistórico, como los trazos del tiempo o el paso de una fauna antediluviana y salvaje sobre las formas de una naturaleza en viviente mutación a través de las eras geológicas y cargada de memoria”.

Todo lo mencionado, esencial en la génesis del universo creativo de Alberto Sánchez, se aprecia al acercarse a la selección de veintidós obras que se muestran en el nuevo espacio dedicado al artista. La mujer de la estrella, Minerva de los Andes, La dama del pan de Riga, Maternidad, Reclamo de alondras, Casa del pájaro ruso, Toro y dos piezas ejecutadas entre 1956 y 1958 bajo el título de Mujer castellana, conforman un excepcional conjunto de esculturas. En el apartado de los dibujos, trece en total, destacan obras como La pareja humana, Varón dinámico, Mujer sentada, Tres figuras, Dos pájaros / Escultura para un puerto (otra versión), Estudio para remates de escultura…

Dos pájaros / Escultura para un puerto [otra versión]. c.1958-1960. Tinta y aguada sobre papel. 42,2 x 30,2 cm.

El trayecto se completa con dos libros cuyas portadas realizó Alberto. Se trata de El paso del Mar Rojo y La revolución capicúa, del escritor Alicio Garcitoral. Ambos forman parte de la colección de Alicia García Medina, un total de cerca de 500 ejemplares ilustrados por la vanguardia española (1910-1937), donados recientemente a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. También se ha incorporado un cartel realizado por el diseñador francés Jean Carlu (1900-1997), donado a la Junta por la familia Silvia Sánchez–Vincent-Paul Lorne. Fue realizado para la Exposición Internacional de París de 1937, nombrada oficialmente como “Exposición internacional de las artes y de las técnicas aplicadas a la vida moderna”.

Un acontecimiento histórico en el que Alberto fue uno de los grandes protagonistas con su elevada columna El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella, expuesta en el exterior del Pabellón de la República Española, que acogió, entre otras obras, el Guernica de Picasso.

Portadas de dos libros de Alicio Garcitoral ilustradas por Alberto Sánchez

Como homenaje a ese momento tan relevante, que aconteció en plena guerra civil y que, a través del arte, mostró al mundo la trágica realidad del pueblo español, en el patio anexo al nuevo espacio, uno de los accesos al área expositiva, se rememora la entrada al citado Pabellón. Un montaje fotográfico muestra un retrato de Alberto, acompañado de una de sus frases, así como la imagen de su mítica escultura, una obra desaparecida de la que existe una réplica en el exterior del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, institución donde también se exhibe el Guernica.

El catálogo, un cofre que guarda el sorprendente mundo de Alberto

El catálogo, cuya publicación acompaña la inauguración del espacio de Alberto Sánchez en Toledo, es un objeto de arte en sí mismo. Se compone de dos tomos que guardados dentro de una caja dan la impresión de un cofre que al abrirse descubre el sorprendente mundo del artista. Aunque la escultura está presente en ambas secciones, el primer cuerpo de la publicación se dedica a la obra en papel y a los textos, mientras que en el segundo, en forma de desplegables, las piezas escultóricas se pueden contemplar desde todos los ángulos.

El libro se abre con un texto del presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, quien celebra la acogida de la obra del creador toledano en “un nuevo hogar”, destacando su crucial contribución a “la renovación de la cultura española en el primer tercio del siglo XX, junto con una larga nómina no solo de pintores y escultores sino también de intelectuales y escritores de la talla de García Lorca, Alberti o Neruda”. García-Page toma para su escrito partes del soneto que Rafael Alberti dedicó al artista en 1956.

En las siguientes páginas, Rafael Sierra, director artístico de CORPO, analiza el exilio que marcó la trayectoria de Alberto y de otros tantos creadores obligados a abandonar sus lugares de origen, mientras que el director del Museo de Santa Cruz, Antonio F. Dávila, repasa las vicisitudes que hicieron posible la llegada de las obras ahora expuestas a Toledo, y más concretamente, al antiguo Museo de Arte Contemporáneo. La creación de la Escuela de Vallecas, un capítulo importantísimo en la carrera de Alberto Sánchez, centra el texto titulado La poética de Vallecas, de Jaime Brihuega, profesor emérito de la Universidad Complutense. Las amistades, compañías e influencias que animaron al escultor son revividas por Paloma Esteban Leal, conservadora del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía desde 1990 a 2019. Y, finalmente, el historiador Ángel del Cerro indaga en profundidad en una biografía llena de momentos reveladores.

La pareja humana. c. 1926-1929. Lápiz negro y de color sobre papel. 22,2 x 14,9 cm.

Estamos ante “un catálogo con vocación de escultura” en el que se ha intentado transmitir el cariño del autor por la forma. “Esculpir con la letra, moldeando los textos, imitando las sinuosas maneras de los bronces de Alberto”, es lo que ha impulsado un proyecto que ha partido de la idea de “convertir el objeto resultante en otra obra tridimensional más, con detalles ampliados de los dibujos y con una vista giratoria de las esculturas”. Así lo explica el diseñador Rodrigo Sánchez, quien ha combinado en su trayectoria el periodismo con el diseño y cuyos innovadores trabajos para periódicos, revistas, libros y carteles, han sido merecedores de numerosos galardones internacionales.

Biografía del artista (fechas claves)

  • 1895. Alberto nació un 8 de abril en el seno de una familia humilde. Una placa en la calle toledana de La Retama, nº 14, recuerda el acontecimiento. En 1907 se trasladó con su familia a Madrid, donde visitaba los museos con asiduidad. Sus primeras obras reflejan la estética de los escultores del momento, con gran influencia de Picasso y del cubismo.
 
  • 1926. El artista funda, junto con Benjamín Palencia, la Escuela de Vallecas, esencial en la renovación del arte español. Ese mismo año inauguró su primera exposición individual en el Ateneo de Madrid. La Diputación de Toledo le concedió una pensión para que pudiera dedicarse al arte.
 
  • 1937. Participa en el Pabellón de la República Española de la Exposición Universal de París con su emblemática escultura El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella, posteriormente destruida. En París conoció a Pablo Picasso y a muchos intelectuales franceses. En los años previos a la Guerra Civil destaca su participación en una exposición del Grupo Constructivista, bajo la dirección de Torres García, y su colaboración con La Barraca de Federico García Lorca haciendo diseños y figurines. En 1936 fue evacuado a Valencia como profesor de Dibujo del Instituto Obrero.
Cartel realizado por el diseñador francés Jean Carlu para la Exposición Internacional de París de 1937.
  • 1938. Se ve obligado a tomar el camino del exilio. Su destino es Moscú, donde ejerce como profesor de dibujo para niños refugiados. Expone las obras que se había llevado de España y entre 1940 y 1959 hace decorados y figurines para teatro y cine; destaca su colaboración con el director ruso Grigori Kózintsev para la película Don Quijote (1957).
 
  • 1962 y años posteriores. Muere en Moscú un 12 de octubre de 1962. En 1968 se celebró una gran muestra de su trayectoria pictórica y escultórica en el Museo Pushkin de Moscú y en 1970 el Museo Español de Arte Contemporáneo expuso su escultura. Entre 1975 y 2001 su obra se pudo contemplar en el Museo de Arte Contemporáneo de Toledo. Tras su cierre en 2001, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía le dedicó una gran exposición acompañada de un extenso catálogo. Un año después, el Museo de Santa Cruz de Toledo le dedicó una exposición monográfica a modo de homenaje.

La historia del cartel de Jean Carlu para la Exposición Internacional de 1937

El cartel del artista gráfico francés Jean Carlu (Bonnières-sur-Seine, 1900 – Nogent-sur-Marne, 1997), realizado para la Exposición Internacional de las Artes y de las Técnicas Aplicadas a la Vida Moderna, denominación completa de la Exposición Internacional de 1937, que tuvo lugar entre mayo y noviembre de ese año en París, guarda una curiosa historia que merece la pena ser contada.

En 1918, Carlu, estudiante de arquitectura -siguiendo la tradición familiar-, sufre un grave accidente que le supuso la amputación del brazo derecho, y se dedicará enteramente al diseño, en una línea bien inscrita en el art déco de las década de 1920 y 1930, con la sobriedad y las formas estilizadas, rectilíneas y simétricas propias de este estilo pero presididas siempre por la eterna especificidad francesa, la elegancia y el buen gusto. En los años veinte había empezado a mostrar la influencia del cubismo, en especial de Juan Gris, y más adelante se abre a las sugestiones del surrealismo.

Aunque, como uno de los diseñadores más destacados del momento, su ocupación principal era la publicidad -que en la época exigía ingenio y creatividad artística capaces de asociar de manera eficiente formas y colores, junto con el mensaje escrito, a las marcas – parte de su producción guarda estrecha relación con las circunstancias políticas que atraviesa Europa. En 1932 funda la Oficina de Propaganda para la Paz y empieza a cultivar el fotomontaje en su cartel para el desarme: una técnica que los constructivistas rusos habían hecho célebre con la propaganda de la Revolución de 1917.

En 1939 viaja a Estados Unidos, donde le sorprende la ocupación de París por los nazis, de modo que permanecerá allí durante toda la guerra dedicado a trabajos de carácter político cuyo ejemplo más famoso es el cartel ¡La respuesta de América! De nuevo en Francia en 1953 y vuelve a sus tareas de diseño. A lo largo de su vida reparte su inspiración entre clientes de lo más diverso, desde Air France o el Ejército francés hasta un dentífrico o un jabón de afeitar. En un interesante ejercicio de radical abstracción, en 1929 anunció la inauguración del modernísimo Théâtre Pigalle de París, de brillante pero breve vida, pues cerró en 1948.

En nuestro cartel llama la atención el contraste entre la cabeza femenina, referencia, aunque sin el gorro frigio, a Marianne, la figura alegórica de la República Francesa, y el fondo de banderas, que alude a las naciones representadas en la Exposición Internacional. Dicho perfil lineal, sin más definición de rasgos que el ojo, y éste bastante tenue, recuerda un tanto a algunos perfiles del llamado período clásico de Picasso, pero más aún a los dos de la zona centro derecha del Guernica.

La composición con las banderas, donde luce la de la II República española y al parecer se ha intentado que la esvástica nazi no quede desagradablemente conspicua, puede recordar uno de los carteles más bellos y poderosos del valenciano Josep Renau, concebido para el Ejército Popular y que muestra el perfil de un miliciano con casco.

La donación de esta pieza tiene también una historia curiosa: el artista parisiense Lorne heredó de su abuelo, combatiente en las dos guerras mundiales, un buró que contenía una colección de carteles. Vincent-Paul, entonces un joven estudiante, vendió parte de ella en el Hôtel Drouot, famosa casa de subastas desde 1852, y conservó sólo dos, éste por temer que alguien, al ver la “araña negra” de la bandera alemana, lo identificara con tan criminal ideología. Establecido en Madrid desde hace décadas, lo siguió teniendo consigo hasta que decidió donarlo a la Junta de Castilla-La Mancha para enriquecer la nueva sala dedicada a Alberto Sánchez.